A poco más de una semana de iniciadas las movilizaciones, el pasado 28 de abril, en toda Colombia, no han faltado quienes parecen ver una “amenaza común” en el continente, comparando las protestas que sucedieron en dicha nación, en noviembre de 2019, vistas como una especie de continuidad de lo ocurrido en Chile; enfocándose en criminalizar la protesta, cuestionar la forma de la misma y orientar la discusión en los peligros de rebelarse ante la autoridad política -instrumento oligárquico- o el “caos” en un contexto de pandemia, antes siquiera de cuestionar el papel de quienes ostentan la conducción del Estado, responsables políticos de una docena de muertes hasta ahora.
Suponga usted que ha sido recientemente electo como presidente de uno de los países con el poderío militar mas grande del mundo, pero usted no parece ser “el líder” a la altura de dicho status. Suponga también que tiene al frente a otros presidentes que ostentan su poder sin que ello implique que dispongan de grandes fuerzas militares; o que al reunirse con su principal acreedor, este no lo tome en serio pues le crea incapaz de imponer su voluntad. Suponga que trae consigo una mochila de errores y vergüenzas que debe sacarse de encima, que se ha rodeado de militares y que las grandes corporaciones de la industria militar le presionan. ¿Qué le haría bien?
El frustrado golpe de Estado en Turquía develó gran parte del ajedrez geopolítico en la región. Un juego en el que las movidas han sido inesperadas, se ha sacudido con fuerza el tablero y se han derribado varias piezas. Así y todo, hay ganadores, perdedores y otros que aún continúan sin saber para donde ir… o lo que es peor, para donde los llevan. El día de hoy, 9 de agosto de 2016, tras un errático camino y el derribo de un bombardero SU-24 ruso, Erdogan se ha reencontrado con Putin. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Quiénes han ganado o perdido? ¿Cuál será el futuro de Siria? ¿El Estado Islámico?. Veamos.
Si bien las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América tendrán lugar el próximo 8 de Noviembre de 2016, la maquinaria propagandística no puede esperar y ya se trabaja intensamente en lo que será la campaña: una avejentada Hillary Clinton como carta para salvar a los Estados Unidos de su retrasado e inevitable debacle. En estas últimas semanas, pero particularmente después de que Hillary Clinton publicara sus memorias (“Hard Choices”), la discusión en el Partido Demócrata y parte de la sociedad estadounidense se ha enfocado en las diferencias entre Clinton y Obama. Todo ello, claro está, en el orden de resaltar las decisiones geopolíticas de este último, sus desaciertos y sus aberraciones.