El “golpe” que pasó a asonada y terminó en manifestación callejera desató las iras de Estados Unidos y se buscó un chivo expiatorio en Cuba… acusa que ellos son los responsables de que los mandos militares y las Fuerzas Armadas Bolivarianas en general no se sumarán a la primera etapa del “proceso de liberación”. ¿Por qué fracasó el Golpe de Estado? No hay que darle muchas vueltas para concluir que alguien “apreció” en forma errónea la correlación de las fuerzas de apoyo a una y otra postura en la sociedad venezolana y, por sobre todo, en las FF.AA. ¿Pero por qué se produjo esa mala lectura?
Porque el “análisis” siempre debe estar ajeno a los deseos de la propia postura; la realidad concreta no responde ni es producto de intenciones ni deseos, el análisis debe ser siempre fenomenológico, es decir: ver la realidad como se presenta por ella misma y no como el analista quiere o desearía que fuese… la post-verdad está bien para soñar pero no para comprender la realidad, y mucho menos para proyectar variables.
Así, por ejemplo, un sesudo analista de política internacional, venezolano y profesor de derecho en la Universidad Alberto Hurtado afirmaba en Canal 13, con absoluta convicción en su “análisis” a los inicios del golpe, que tan sólo un 15% de los venezolanos estaba con Maduro y que el 85% restante estaba en contra resultando obvio el inminente triunfo del “proceso” de liberación que se iniciaba… con tales cifras para fundamentar una acción política como la que emprendieron, el resultado era obvio, la realidad siempre golpea duro.
Pero hay más, del lado de Guaidó y López afirmaban absolutamente convencidos al inicio del “proceso” que la ciudadanía venezolana y los militares se sumarían al golpe y que incluso había un alto mando militar (quien fuera jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, SEBIN [1]) que estaba con ellos… pero la realidad era otra.
¿Confianza desmesurada o acción desesperada?
¿Si la confianza era excesiva… eso era producto tan sólo de su errónea lectura de los hechos? Podemos inferir, por cómo se dieron los hechos que el “último paso” fue el resultado de una inteligente acción de guerra política por parte del chavismo, veamos:
López estaba bajo arresto domiciliario y custodiado por personal de inteligencia militar… convenientemente dejó su domicilio sin problemas y su familia entraban como “huéspedes” de la Embajada de Chile en Caracas a las dos de la madrugada, hora de Venezuela. Luego, él se dirige sin problemas a participar de la movilización. Guaidó y López creen que a lo menos la mitad de las guarniciones militares se sumarán al golpe y, deben haber pensado que con ese apoyo el día martes caía Maduro y que la movilización civil programada para el miércoles sería la celebración apoteósica de la toma del poder… bueno, hay creyentes que comulgan con ruedas de carreta, pero lo más sintomático es que no sólo comulgaron con dicha rueda los opositores venezolanos, sino que también la inteligencia de los EE.UU. y, al parecer, estos olvidaron su propio “Manual de Guerra Política” y alguien les madrugó con el viejo “Manual de Psicopolítica” de Lavrenty Beria.
Está claro que los líderes de la oposición al gobierno venezolano hicieron el ridículo en está locura golpista, y del Gran Sueño de las tablas ya no van de regreso a casa en gloria y majestad, sino que presurosos, cabizbajos y patidifusos a la Embajada de Chile… el hombre de los hilos de estas marionetas monta en cólera y amenaza con las penas del infierno, perdón, del mercado, al enemigo chico, aunque sabe que lo “madrugó” el enemigo grande, ese que “le cobra” sus intromisiones y bravatas en su patio trasero.
Maduro no cayó y sale fortalecido interna e internacionalmente ante los países que no habían reconocido a Guaidó, se fortalece la tesis de la Unión Europea [2], México y Uruguay [3] (de la cual se restó Piñera para seguir la aventura golpista de los EE.UU.) de una salida negociada a largo plazo y sin intervención militar extranjera.
La oposición quedó con muy poco espacio para negociar por ella sola, requerirá del apoyo de un interlocutor válido de peso internacional, y ese interlocutor es la Unión Europea y Uruguay, de ninguna manera lo son EE.UU. y sus lacayos del Grupo de Lima. De hecho, conviene recordar que Alemania no reconoce al gobierno de Guaidó, básicamente porque ya transcurrió el plazo del que constitucionalmente disponía para convocar elecciones [4].
EE.UU. impondrá más sanciones pero seguirá comprando el crudo “espeso” de los venezolanos, lo necesitan sus refinerías y los negocios son los negocios… no se atreverán a otra aventura tipo Bahía de Cochinos y Venezuela será otra Cuba en América Latina y seguirán moviendo hilos para que al gobierno de Venezuela llegue algún día un Macri o un Bolsonaro que les allanen el camino a las trans-nacionales norteamericanas.
El Grupo de Lima seguirá siendo el coro de Testaferros Mayores que cacarea al son que les manda EE.UU. y seguirán, por su propia parte, siendo generosos con los tratados de libre-comercio y las transnacionales mientras la creciente corrupción les corroe sus instituciones y la gobernabilidad misma.
Rusia le pasa la cuenta a los EE.UU. por intruso y también hace negocio vendiendo a los europeos su propio petróleo “pesado”, porque estos no pueden comprarle a Venezuela ya que el Tío Sam no quiere que lo hagan. Ya saben, "Maduro es un peligro para la democracia y la paz mundial…"
China toma palco, hace inversiones en Venezuela y compra petróleo donde quiere, especialmente a Rusia y se lo paga en yuanes [5] porque el dólar yankee lo están dejando de lado. El asunto es que le sirve y apoya todo lo que a EE.UU. le reste poder económico, presencia y credibilidad internacional.
Están todos interesados en Venezuela… pero ésta les importa poco, ni siquiera a los venezolanos diasporados, esos están por sus propios intereses y quieren que otros “intervengan” y les solucionen su problema, no tienen voluntad revolucionaria para lograr el cambio, sólo tienen un fuerte instinto burgués de sobrevivencia y viven en la postverdad de sus derechos, libertades y, por sobre todo sus intereses personales. Una nación es otra cosa.