El frustrado golpe de Estado en Turquía develó gran parte del ajedrez geopolítico en la región. Un juego en el que las movidas han sido inesperadas, se ha sacudido con fuerza el tablero y se han derribado varias piezas. Así y todo, hay ganadores, perdedores y otros que aún continúan sin saber para donde ir… o lo que es peor, para donde los llevan. El día de hoy, 9 de agosto de 2016, tras un errático camino y el derribo de un bombardero SU-24 ruso, Erdogan se ha reencontrado con Putin. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Quiénes han ganado o perdido? ¿Cuál será el futuro de Siria? ¿El Estado Islámico?. Veamos.
¿Qué se juega en el Medio Oriente? Muchas cosas se juegan en esa área: para unos, el control del petróleo y de territorios geopolíticamente estratégicos en el vértice de tres continentes. Entre esos están EE.UU. y la Unión Europea… como eufemismo del Poder Financiero Mundial. También están los que buscan sobrevivir como castas gobernantes y disfrutar de la riqueza: en esos están Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. Otros, por su parte, tratan de mantener sus naciones independientes y buscar su propio camino de desarrollo, como Siria e Irán. Y otros simplemente tratan de sobrevivir como pueblos o etnias para, algún día, poder realizarse como nación, entre los cuales se encuentran los kurdos y el pueblo palestino. También está Israel… una mezcla de todo lo anterior.
¿Y Turquía? Turquía es, pues ni más ni menos, el pivote de la balanza estratégica de la región. Se asienta en dos continentes y tiene las llaves de la vía marítima del Mar Negro al Mar Mediterráneo; vale decir, de todo el petróleo de Bakú y sus aledaños. No poca cosa si consideramos que por el Bósforo pasan frecuentemente poco más de 17 millones de barriles del crudo, sólo sostenido por la Convención de Montreaux, que en 1936 “asignó” a Turquía el control de este estrecho y el de los Dardanelos.
Pero, como siempre queda la letra chica, también regula el paso de los navíos de guerra, estando restringido el tránsito de los que no son de naciones ribereñas del Mar Negro. De allí surge el primer problema para Turquía en su afán de pertenecer a la OTAN, ésta, es decir EE.UU., asume la misma política que durante la firma del tratado trataron de imponer Francia e Inglaterra, presionándole para que restrinja el paso de las naves de guerra rusas; mas, Rusia es “un ribereño” del Mar Negro y tiene el pleno derecho a salir al Mediterráneo y los océanos. En cambio EE.UU. no es ribereño y tiene menos forma de justificar su presencia en el Mar Negro que los rusos en el resto de los mares; y, los turcos, que no son tontos de capirote, entienden que no es un buen camino a seguir, sobre todo si el artículo 11 de dicha convención garantiza el paso de los “cruceros portaaviones” rusos, pero no así los portaaviones de la OTAN.
¿Para qué le sirve a Turquía estar en la OTAN? Bueno, ahora se dan cuenta que para tener problemas que antes no tenían… pero era la “condición” para entrar a la Unión Europea. Turquía hubiese necesitado de la OTAN si estuviese en peligro de ser invadida por alguna “potencia”… y ni Rusia ni China lo tienen en sus planes, es más, el acercamiento comercial por parte de estas para con ella fue fortalecido en forma creciente hasta el asunto de Crimea y el de ISIS en Siria, en donde el gobierno turco siguió las directrices impuestas por EE.UU. a través de la OTAN, pareciese que sin sopesar el daño estratégico a sus intereses en la región.
Turquía es el segundo comprador del gas natural ruso, detrás de Alemania; y Gazprom, el gigante energético ruso, está dispuesto a construir un gasoducto que vendrá por el lecho del Mar Negro y pasará por territorio turco, evitando a Ucrania para llevar el gas a Europa; ese mismo gas natural que hace la competencia al que piensan llevar las transnacionales occidentales a Europa desde Yemen y que, necesariamente, su gasoducto debería pasar por Siria, país aliado de Rusia en la zona y en donde ésta tiene sus dos únicas bases militares fuera de su territorio (Mientras EE.UU. tiene 156 bases repartidas por todo el mundo). Tal es, pues, la razón de fondo por la cual EE.UU. y sus “aliados” quieren fuera del gobierno al presidente sirio Bashar al-Ásad y buscan imponer un gobierno “más afín” con sus intereses, y bien que podría el conflicto armado en Siria etiquetarse en la historia como “la guerra de los gasoductos”.
En este afán de derrocar a Bashar al-Ásad, EE.UU. recurrió a su vieja estrategia de guerra política: aprovechar la oposición y fortalecerla militar y políticamente para comenzar una guerra civil, pero fue insuficiente frente a un gobierno constitucional, apoyado por la población civil. Entonces, recurrió a su otra estrategia: desarrollar el terrorismo para amedrentar a dicha población civil y… ya agotada la opción otrora exitosa para llegar a la zona (con Al Qaeda sin peso militar y con Osama viviendo con 5 esposas, hijos y 100 mil dólares mensuales de la CIA en Bahamas, según Snowden), se les ocurrió la idea del mal llamado "Estado Islámico". Recordemos que incluso la mismísima Hillary Clinton reconoce que: “fue un error haber apoyado a ISIS”.
¿Pero, por qué está Turquía involucrada en el conflicto Siria-ISIS?
Pues básicamente por su conflicto histórico con el pueblo Kurdo y, con el viejo principio de que “los enemigos de tus enemigos son mis amigos”, se decidió por dar su apoyo a ISIS en su lucha contra la etnia kurda, apoyo que EE.UU. aprovechó para utilizar “los canales” de abastecimiento de los turcos y suministrar pertrechos bélicos a ISIS en su lucha contra Bashar al-Ásad.
Turquía, al apoyar a ISIS, seguía la misma política norteamericana de "¡Qué otro haga el trabajo sucio por mí!", la única diferencia estaba en el objetivo a destruir: para uno era el pueblo kurdo y para otro derrocar el gobierno sirio pro ruso de al-Ásad… las decenas de miles de víctimas civiles del terrorismo islámico eran, para ambos, tan sólo un costo necesario y marginal.
En esta concomitancia de apoyo al terrorismo de ISIS, Turquía demandó a EE.UU. “apoyo” frente a "su problema” con el pueblo kurdo. La demanda era, obviamente, desproporcionada e irrealizable en el contexto de la política internacional, dado ello que es inconcebible que dos miembros de la OTAN combatiesen los afanes independistas del pueblo Kurdo. Así, Turquía “revisa” su posición frente al apoyo a ISIS y decide cerrar los canales de abastecimiento por su territorio. EE.UU., por su parte, siente que el gobierno de Erdogan en Turquía ya no es un aliado “confiable” a sus intereses y estrategias en la zona y, por lo mismo, decide que es hora de sacar provecho a un “Plan B” diseñado hace ya tiempo para eventuales necesidades estratégicas en Turquía: un golpe de Estado y cambio a un gobierno pro norteamericano.
Fethullah Gülen es el clérigo musulmán que alguna vez fue aliado de Erdogan en sus primeras intenciones de des-secularizar en parte el Estado Turco que dejase Kemal Ataturk. Para ello, Gülen se preocupó de formar elementos adictos o proclives a la idea y que fueron siendo colocados en puestos estratégicos de la administración del Estado, de las FF.AA., en la Magistratura y las universidades… pero la alianza no duró mucho, se rompió y Gülen se “asiló” en EE.UU. por años hasta la actualidad. Ahora Erdogan acusa a EE.UU. de haber utilizado a Gülen para posibilitar el golpe de Estado en Turquía.
Pero el golpe fracasó, lo descubrió el servicio secreto exterior ruso e informó a Erdogan con menos de 24 horas de anticipación. El presidente turco escapó 15 minutos antes de que las fuerzas sublevadas llegasen a capturarlo (adelantaron en 6 horas el golpe) y se refugió en Irán mientras se aclaraba quién era quien en los apoyos internos, regresó prontamente y comenzó la “depuración al estilo turco” de los otrora bendecidos gülenistas sembrados en las estructuras política, administrativa y cultural de Turquía.
Una vez más el gran ganador de este juego de ajedrez entre Rusia y EE.UU. en la zona fue Vladimir Putin, desmoronándose el cerco que Obama y la Clinton pretendían levantar sobre Rusia en la región y, Erdogan sigue dirigiendo un país en el cual la mayor banca financiera extranjera es la rusa; la mayor distribuidora de combustibles a la población es rusa y que será favorecido con el gasoducto que perdió Ucrania, en donde tan sólo su sector de la construcción opera en Rusia con proyectos por sobre los 10.000 millones de dólares; un país que recibe más de tres y medio millones de turistas rusos al año, un país en el cual cada año ve a miles de sus compatriotas tomar el vínculo del matrimonio con ciudadanos rusos… está claro que Turquía será expulsada de la OTAN luego de que la acusasen de que ”es un miembro deshonesto que ya no comparte los valores de la alianza atlántica”; en resumen: Turquía seguirá siendo euro-asiática, para mal de EE.UU. y para bien de Rusia y de la propia Turquía, ello como claro ejemplo de que las raíces culturales están por sobre el intento globalizador desculturizante del imperio financiero mundial que representa EE.UU.