A poco más de una semana de iniciadas las movilizaciones, el pasado 28 de abril, en toda Colombia, no han faltado quienes parecen ver una “amenaza común” en el continente, comparando las protestas que sucedieron en dicha nación, en noviembre de 2019, vistas como una especie de continuidad de lo ocurrido en Chile; enfocándose en criminalizar la protesta, cuestionar la forma de la misma y orientar la discusión en los peligros de rebelarse ante la autoridad política -instrumento oligárquico- o el “caos” en un contexto de pandemia, antes siquiera de cuestionar el papel de quienes ostentan la conducción del Estado, responsables políticos de una docena de muertes hasta ahora.
¿Alguien podría sorprenderse acaso? Si nos guiamos únicamente por los datos duros, de un pueblo de 51 millones de habitantes, según la información del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) -su equivalente a nuestro Instituto Nacional de Estadísticas-, la pobreza alcanza a un 42,5% de su población. Esto es hablar de más de VEINTIÚN MILLONES de personas (DANE, 2021a).
Y si bien podría decirse, ante ello, que es únicamente producto de la crisis social que ha implicado la pandemia del SARS-CoV-2, se debe tener presente que, sólo de 2019 a 2020, la pobreza aumentó en casi 3,6 millones de personas (Salazar, 2021).
Ciertamente, la gestión del gobierno colombiano ante la pandemia ha sido pésima (Restrepo, 2021), sólo detrás de Brasil y Argentina (Statista, 2021), pero si hablamos de extrema pobreza (eufemismo para la miseria), hay más de siete millones de personas en esa condición. Cabe preguntarse, ¿qué considera el Estado colombiano como extrema pobreza?
Los criterios que se emplean determinan que la línea que separa de ser miserable y “no serlo tanto”, se fija en unos 38 dólares mensuales. La pobreza, por su parte, bajo los 86 dólares (DANE, 2021b), los que, a su vez, equivalen a un tercio del "SMMLV", que es su ingreso mínimo mensual (Sofiamest, 2021). ¿En qué se pueden destinar esos 38 dólares de miseria?
Ni siquiera son suficientes para una ingesta calórica mínima, de 2100 calorías (CEPAL, 2018). Es decir, hay siete millones de colombianos -en los números- que no pueden comer tres veces al día, o menos o, definitivamente, deben pasar el día sin comer.
Todo esto, debe decirse, con indicadores establecidos hace más de 10 años. Si se actualizaran, si su “Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos” se reformulara para redefinir la miseria, no tenemos duda que las cifras serían radicalmente peores.
Pero no podemos quedarnos solo con las cifras: el papel resiste mucho. Para comprender de un mejor modo lo que sucede, hemos decidido entrevistar a los integrantes de Aurora, que es un movimiento político nacional-revolucionario, fundado a mediados de 2018, por un grupo de estudiantes, profesionales y trabajadores colombianos. El movimiento se consolidó como la unión de proyectos políticos que se desarrollaban en las ciudades de Bogotá, Medellín e Ipiales.
Este movimiento se sustenta en la defensa de la comunidad, de la autonomía y la identidad del pueblo colombiano, basados principalmente en los preceptos de Jorge Eliécer Gaitán, político nacionalista colombiano asesinado en 1948. Así, centra sus acciones en la ayuda social, la formación deportiva y la creación de escuelas de pensamiento nacionalista.
Durante 2019, crean secciones en Pereira y Armenia, junto a la creación del núcleo deportivo denominado “Ukumari”. En 2020, la sección en Neiva, que se expande a otros pueblos del Huila. Actualmente, trabajan en la creación de tres nuevas secciones en otras ciudades del país. Aurora es dirigida por una Asamblea General, conformada por delegados de cada sección del movimiento.
MRNS: Lo primero, ¿Cuáles son las causas que ustedes consideran más relevantes en esta protesta popular?
Aurora: Un muy cordial saludo para el pueblo chileno, agradecemos brindarnos este espacio para evidenciar lo que ocurre en nuestro país.
Enumerar las causas sería extenso, pero muy por encima podemos decir que el punto de ebullición obedeció a una reforma que pretendía implementar el gobierno. Esta buscaba efectuar una nueva reforma fiscal (la tercera del gobierno de turno), mediante la falacia de denominarla “Ley de Solidaridad Sostenible” para intentar desviar la atención sobre su contenido. Este proyecto de ley gravaría con IVA del 19% la totalidad de productos de la canasta básica familiar, los servicios funerarios, gravar las pensiones, ampliar la base para declarar renta por parte de las personas naturales (pretendían que personas que ganaran 290 dólares mensuales declararan, actualmente sólo lo hacen quienes ganas más de 1080 dólares al mes), además de una serie de reformas tributarias adicionales. Todas estas reformas, no obedecen simplemente a un deseo gubernamental, sino que se hacen atendiendo las directrices de la OCDE, organismo del cual Colombia hace parte desde el año 2020.
Además de lo anterior, es preciso mencionar que debido a la pandemia ocasionada por la covid19 y el mal manejo que ha realizado el gobierno sobre ella; venimos de cuarentenas extensas, toques de queda, retraso en la compra de las vacunas, retraso en la aplicación de las que han llegado al país, entre otras, ocasionó que muchos pequeños empresarios quebraran y que cientos de trabajadores fueran despedidos. Es decir, personas sin ingresos, ahora tendrían que afrontar nuevos impuestos, impuestos que de hecho buscan tapar el déficit fiscal colombiano y apaciguar la deuda externa (que actualmente está por encima del 50% del PIB).
Todo esto, todo, se mezcló en un sin sabor en la ciudadanía en general, que ya antes del 28 de abril (inicio del paro nacional) venía expresándose mediante manifestaciones de pequeños comerciantes y agremiaciones de campesinos. El 28 de abril solo fue la consumación de un estallido general por causa de querer imponer reformas nocivas para los colombianos de a pie.
MRNS: ¿Y qué opinan sobre las afirmaciones sobre un supuesto “anhelo comunista” del pueblo colombiano?
Aurora: Llamar “comunismo” a cualquier reivindicación popular es la estrategia más simplista de los gobernantes hispanoamericanos. En Colombia nadie quiere comunismo, es obvio que dentro de las manifestaciones hay comunistas y personas afines a diferentes corrientes ideológicas, pero podemos decir con conocimiento de causa que es una manifestación totalmente popular, sin ninguna ambición “ideológica” más allá del respeto por los derechos colectivos y la exigencia al Estado de que cese el desangramiento de la clase trabajadora mediante la imposición de impuestos que solo sirven para alimentar un gigante, pero ineficiente aparato estatal. En Colombia el gasto público anual, supera los 270 billones de pesos (unos 71 mil millones de dólares), los congresistas ganan más de 8 mil dólares al mes, los servidores públicos ganan entre mil dólares y 6 mil dólares al mes, mientras que el salario mínimo (SMMLV) de la gran mayoría de colombianos es de unos 240 dólares mensuales. En Colombia más del 40% de la población sobrevive con menos de 180 dólares al mes, en solo un año hubo 3 millones más de “nuevos pobres”, las cifras son de hecho oficiales, el mismo gobierno las publicó, ¿Creen ustedes que el pueblo se volcó por “comunismo” a las calles? No, se vuelcan porque no hay con que llenar un plato de comida, según el DANE (organismo del Estado encargado de manejar las estadísticas del país) unos 7 millones de personas no pueden ni siquiera comer 3 veces al día. Acá nadie anhela comunismo, se anhelan trabajo y educación digna.
MRNS: ¿Y sobre la supuesta injerencia venezolana en las manifestaciones?
Aurora: Desde hace ya varios años, cualquier manifestación está supuestamente “infiltrada” por el gobierno venezolano. Los oligarcas en el poder les achacan a factores externos su incapacidad para gobernar, su modelo fracasado y su pésima administración. Voy a usar una frase muy coloquial; “Golpean al perro hasta que muerde, para poder decir que es malo”, eso han hecho con el pueblo colombiano, están acostumbrados a hacer lo que quieren con el pueblo, hemos soportado, hemos resistido, llega el momento de responder.
¿Hay miembros del gobierno venezolano en las manifestaciones? Lo dudo, y si los hay deben ser una minoría irrelevante. Acá, quienes están en las calles, en las barricadas, son jóvenes sin empleo que sentaron su voz de protesta; certera, directa, patriota.
MRNS: Pero pese al anuncio del presidente Duque el tramposo proyecto “de solidaridad sostenible”, las manifestaciones continúan. ¿Por qué?
Aurora: La reforma tributaria era sólo una de las causas como les mencioné, hay un descontento general con el gobierno actual, que es heredero de lo que llaman “uribismo”, todos los presidentes después del 2010 han sido uribistas; Juan Manuel Santos inicialmente, que si bien se distanció de su tutor aplicaba sus mismas políticas económicas, con la única diferencia que decidió negociar un acuerdo de paz con las guerrillas marxistas-leninistas de las FARC, luego llega Iván Duque, un político sin experiencia, que ganó solamente porque Uribe controla grandes maquinarias electorales que le dieron una ajustada victoria en segunda vuelta… todos, han sido nefastos para la economía del país privatizando empresas estratégicas del Estado, entregando nuestro suelo a multinacionales y convirtiendo la economía colombiana en un modelo anacrónico sostenido sobre la venta de bienes primarios, esencialmente el petróleo. Como mencionábamos anteriormente, 21 millones de pobres no se calman echando atrás una reforma, que en ultimas más adelante buscarán aplicar mediante alguna estrategia malévola.
Adicional a esto, la OCDE ha exigido al gobierno realizar reformas al sistema pensional, al sistema de salud pública, reducir el salario mínimo, etc. Esas amenazas están allí, están presente, se piensan hacer. De hecho, la reforma a la salud ya está radicada en el congreso, quieren aplicar un modelo similar al estadounidense que dejará en manos de privados y multinacionales la salud de los colombianos.
Podemos decir que, incluso en el desarrollo de las manifestaciones, surgieron nuevas demandas, por ejemplo, la violencia policial fue evidente, el Estado ordenó disolver por la fuerza los bloqueos, todo esto ocasionó enfrentamientos directos con el ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios); en Cali (la ciudad donde más se han sentido las manifestaciones), la represión fue brutal, convirtieron la ciudad en un campo de batalla donde policías disparaban sin consideración contra manifestantes desarmados, en las noches el Ejército patrullaba las calles, el terror se tomó a los ciudadanos que veían como el Estado respondía violentamente a sus demandas. En Pereira, a la fecha ya van dos atentados sicariales contra manifestantes, en Bogota la policía sitió barrios enteros. De hecho, usaron un colegio como helipuerto, cuestión que como todos sabemos es ilegal. Esto es un estallido ciudadano, no hay líderes, no hay cabezas visibles. Son agremiaciones, estudiantes, campesinos y ciudadanía descontenta que decidieron levantar su voz de protesta.
MRNS: Ahora bien, ¿cuál ha sido la posición de la clase política-partidista? ¿Qué esperan de ellos para los próximos días?
Aurora: Colombia es gobernada por una casta política perenne, siempre han estado allí manejando los hilos. Si ustedes ven los apellidos de los presidentes, de muchas figuras de la política pública verán que todos son descendientes de los oligarcas que nos gobiernan desde que somos una república. Inicialmente a la reforma se opusieron casi todos los sectores, porque de hecho sabían que ocasionaría un descontento general, al inicio del paro (el 28 de abril) muchos partidos de izquierda, de derecha e independientes se oponían a la reforma. Ya con el pasar de los días, muchos se desligaron de los “hechos violentos” de las manifestaciones, e incluso ayer algunos sectores de coaliciones políticas de diversos tipos se sentaron a negociar con el gobierno. Coaliciones que de hecho no representan la manifestación, que no marcharon, que no acompañaron al pueblo… ¿La conclusión? Ellos mismos admitieron que no tienen incidencia en los levantamientos ciudadanos, por lo que la negociación se debe hacer directamente con el pueblo.
Precisamente hoy, Iván Duque se reunió con los gobernadores departamentales (Colombia está dividida en 32 departamentos) para crear comisiones regionales que puedan negociar directamente con los manifestantes. Esa podría ser una solución temporal, pero algunos sectores ya exigen la dimisión de Duque, del general del Ejército y del director de la Policía. Es decir, la situación se hace más compleja por culpa del fuego que el mismo gobierno avivó.
MRNS: En el otro lado de la política, ¿cuál es su relación con Vanguardia Nacional (CEPC)?
Aurora: Vanguardia Nacional es un centro de estudios que fundamenta el pensamiento nacionalista en Colombia, desde diferentes visiones y posicionamientos. Para nosotros, es vital que el nacionalismo sea estudiado y se busquen crear paradigmas sociales y económicos adaptados a la realidad, lejanos de utopías imposibles de aplicar. De allí se desprende nuestra relación, ellos estudian el pensamiento nacionalista para poder fundamentar bases políticas serias, reales, del nacionalismo colombiano, por lo que las dos organizaciones, cada una desde campos de acción diferentes (Aurora es más una plataforma de acción política, un proto-partido, mientras que VN es un tanque de pensamiento) se complementan en la aplicación de los principios nacionalistas en nuestro país.
MRNS: ¿Consideran que este tipo de hechos insten a la formación de un frente nacional revolucionario, un trabajo común del nacionalismo popular distinto al oligárquico?
Aurora: El patriotismo colombiano es general, de hecho, en las manifestaciones lo que abunda es un profundo sentimiento patriótico. Muchos ciudadanos están cansados de la situación a la que nos ha arrastrado el servilismo a los organismos económicos internacionales, la corrupción de la clase política y las divisiones partidistas. Por eso consideramos, que estos hechos sirven, efectivamente, para conformar frentes comunes en pro de una transformación del modelo económico que nos rige, que en ultimas se enmarcan en un sentimiento soberanista y popular. Sentimiento que es, para nosotros, el verdadero nacionalismo. De hecho, así surgió nuestra relación con otras organizaciones del país e incluso de otras naciones del continente, entendiendo que el enemigo de las naciones es el modelo neoliberal al servicio de las castas políticas corruptas y de los banqueros apátridas.
Pero también, hay que decir, que existe el nacionalismo oligárquico, el nacionalismo enmarcado en posiciones reaccionarias y que de hecho apoya la presión del Estado sobre los ciudadanos, defiende la actuación de policía y da paso a argumentar los levantamientos populares como parte de una conspiración “castrochavista” y otras denominaciones ridículas, la existencia de estos personajes hace ver al nacionalismo como una especie de cómplice del gobierno. Es allí cuando vemos que el “nacionalismo” fue secuestrado por rancios reaccionarios, y nuestra misión como nacional-revolucionarios es devolver el concepto y su aplicación al pueblo, a la ciudadanía en general.
MRNS: Excelente, muchísimas gracias por sus respuestas, por su tiempo para esta entrevista y contribuir a un entendimiento entre organizaciones de naciones hermanas.
Aurora: Muchas gracias. Seguimos en las calles ¡A la carga, por la restauración moral de la republica!
Abstract: A little over a week after the mobilizations began, on April 28, throughout Colombia, there have been those who seem to see a "common threat" on the continent, comparing the protests that took place in that nation, in November 2019, seen as a kind of continuity of what happened in Chile; focusing on criminalizing protest, questioning its form and guiding the discussion on the dangers of rebelling before political authority - an oligarchic instrument - or "chaos" in a pandemic context, before even questioning the role of those who hold the leadership of the state, politically responsible for a dozen deaths so far.
Referencias (por orden de utilización):
DANE (2021a, 29 de abril). Comunicado de prensa. Pobreza monetaria año 2020.
DANE (2021b, 07 de mayo). Nota Metodológica. Microdatos de ingresos para la medición de pobreza monetaria y desigualdad 2020.