Vicente Gutiérrez Berner, cuñado de Giorgio Jackson, detrás de la Diputada Maite Orsini
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Miscelánea gubernamental. El Gobierno del Frente “Amplio”

Al día de hoy, transcurridos 16 meses y días de un gobierno que nunca debió existir, los analistas de su gestión no tienen -en general- una buena opinión ni de sus hechos ni de sus cambiantes discursos justificatorios, mismos que los obligan a aguzar el ingenio para darles una interpretación y una dirección progresiva. Las opiniones desde las derechas son las normales al caso, pero las emitidas por diversos “actores” de las propias izquierdas son las más significativas. Así, en su amplio espectro podemos encontrar desde las desilusionadas expresiones de quienes sin convencimiento emitieron su voto por Boric y hoy lo lamentan, hasta las del nuevo relato que habla de la soledad del mando y de traiciones que van a afectar su legado.

Ambas posturas están medianamente compensadas por las indulgentes opiniones de los leales que sólo lamentan el ser primerizos (sic) en lo laboral, pero que aseguran que cada día se está aprendiendo para mejorar y, por tanto, a los chilenos sólo nos queda esperar “los tiempos mejores” que prometió otro.

Sin ninguna duda, vivimos tiempos que desafían esa vieja auto-percepción de seriedad que se nos reconocía a los chilenos a nivel internacional, por ello esta colección de momentos actuales no pretende engrosar la exuberante cantidad de artículos de análisis que buscar fijar la atención en la minucia histórica de los hitos de la novel gestión para ganar la aprobación de lo inaceptable y dárselas de presunto visionario para lo que resta. De cierta forma, en la práctica del “semiserio”, es un retoque escolar de conceptos básicos en política.

1. Ganando con el miedo al caos.

Como resulta normal en cualquier propaganda electoral, cuando un candidato inconveniente -léase indeseado- muestra posibilidad de ser electo, se activa casi automáticamente la campaña del “caos inexorable” si la preferencia llegase a verificarse en las urnas. En Chile, eso le sucedió al candidato conservador Kast, obstáculo que fue ultramagnificado debido a su “alta peligrosidad” para la consolidación del proceso “revolucionario” iniciado, en el tiempo reciente, por el denominado “Estallido Social” del 2019.

Es más que obvio que se necesitaba de un salvador, aunque fuese en la modesta versión de un mesías de espectáculo mediocre, y el truco resultó muy efectivo porque, seres presuntivamente racionales, le entregaron devotamente su respaldo a un candidato discutible -pero con un rótulo de novedad: su juventud -para salvar a la república democrática en peligro. Lo cierto es que las izquierdas más tradicionales siempre supieron que por el camino del nuevo mesías la cosa no iba a funcionar y por ello se quedaron muy próximo -atentos al celular- en espera de la llamada que sería su oportunidad revitalizadora.

Obtenido el loable objetivo, la mínima prudencia aconsejaba guardar el término para algún futuro uso -pues de haberlo, lo habrá-, pero el viejo cuento del caos que viene con el que engatusaron a tantos de sus votantes lo terminaron actuando en propia versión, sin necesidad que sus adversarios les facilitaran la tarea, al punto de tener que vivir cotidianamente con dicho fantasma mientras dure su mandato.

2.- La instalación desinstalada.

El proceso de instalación de un gobierno suele ser problemático por varios motivos, siendo el primero más obvio la instancia de un cambio de coalición -o partido- gobernante. Sin duda, se trata de la primera confrontación entre las promesas de campaña, las expectativas de los socios de coalición o de las corrientes internas del propio partido versus la realidad concreta.

Es bien conocido que las promesas de campaña son las primeras sacrificadas en medio de las ventiscas y remolinos iniciales, debido a que mayoritariamente fueron dichas para figurar en un lindo y ordenado programa de gobierno presentado para sumar votos de “indecisos” y no para ser cumplidas a cabalidad. Y es que, por más que tengan avales de expertos, el programa no tiene en consideración la situación real del país, casi siempre cubierta por un secreto de conveniencias para no alarmar al electorado invitado a la ritual fiesta democrática. Por lo anterior, en el gobernar pasan por ser omitidas, negadas, reformuladas o atribuidas a ciertas expectativas de terceros que nunca estuvieron en el horizonte mental -“diseño original” le dicen- de los integrantes de la coalición o del partido vencedor.

Con todo, resulta casi natural que haya problemas porque la ilusión de hacerse del poder contrasta brutalmente con lo recibido, dado que el gobierno saliente -que ha perdido la contienda electoral por la continuidad- enmascara los antecedentes de la realidad país para que quien venga tenga sus primeros tropiezos al “recoger la guitarra e interpretar su música”, de manera de apostar así por la pronta recuperación del sitial traspasado.

Vistas así las cosas, en general, no hay mayor sorpresa en que la “patrulla juvenil de izquierdas” haya tropezado groseramente en varios aspectos importantes de su instalación, quizá porque preocupados de los dos frentes que ya tenían abiertos no dieron con la clave para armonizar las tareas iniciales, confundiendo metas con objetivos y viceversa.

3.- Pocos hechos, demasiado discurso.

En un análisis del día a día, se puede constatar que los egos que se floreaban en las asambleas secundarias y universitarias se traspasaron a la administración estatal en un claro indicio de inmadurez. Algo así como una moratoria de identidad.

Las viejas sospechas de debilidad ideológica de los compañeros del Frente Amplio han seguido su curso inexorable en un gobierno de coalición que nunca estuvo en grado de asumir en propiedad las responsabilidades que el mandato popular conlleva. Pero las cosas resultaron como las hemos ido conociendo entre trascendidos, deslices y denuncias, bien que dentro de su área reconozcan una unidad de fondo que se diluye cada vez que, ante las cámaras, los compañeros quieran fijar la posición personal que les aporte el matiz de diferencia que les ayude a ganar aceptación popular y, quizá...

Por mal que parezca, la coalición vive en una mezcolanza ideológica, que aún siendo conveniente para el Partido Comunista, no termina de ser molesta para quienes están acostumbrados a seguir la fiel ortodoxia que les quedó como herencia imperecedera del Hermano Mayor. Y claro, poco importa que tal mezcolanza tengo marcado tinte burgués. 

4.- La Constitución indeseada.

La mayor problemática constitucional, que viene desde el inicio de la república, radica en que el texto nunca ha sido de gusto mayoritario de la elite política y, por lo mismo, los intentos siempre fructíferos de acomodarla a los intereses de los partidos dominantes continuamente la llevan a extraviar su necesaria lógica interna. En este tema, el pueblo casi normalmente ha estado ajeno a tal contienda porque el papel que se le reserva da o para ser mero espectador o sujetos sacrificables en un posible enfrentamiento civil que beneficie a uno de los bandos en pugna.

Las constituciones más recientes (de 1925 y 1980) han padecido el mismo enrarecimiento y cuando ya no hacen viable un sistema de convivencia en que la comunidad visualice la posibilidad un futuro razonable para todos se hace necesario su reemplazo. Respecto de la C-80, durante años las izquierdas y sus aliados “centristas” enarbolaron la bandera del reemplazo constitucional impostergable, sin gran éxito por cierto. Y es que al pueblo el tema no le traía mayor preocupación pues la vigente -con sus conocidas falencias y cuestionamientos- funcionaba bien y eso era lo importante. Sin embargo, la oportunidad surgió de la conjunción virtuosa entre el Estallido Social -mezcla de protesta popular y asonada delictual- y un gobierno demasiado débil para decir no.

Un acuerdo partidario dio origen al proceso que establecía el mecanismo de redacción constitucional. Así, la consigna de “la Constitución escrita por el pueblo” fue esperanza y desengaño para muchos que creyeron de buena fe que la hora del cambio constitucional había llegado. La Convención Constitucional entregó una propuesta en que el fenómeno ya descrito se manifestaba con igual fuerza que en sus predecesoras. Fue el sentido común del convivir cotidiano y no las fake news lo que marcó la opción triunfante del Rechazo.

Mas cuando todo parecía resuelto y la esperanza de la comunidad de retomar la vía de desarrollo truncada podía -y debía- materializarse, un nuevo acuerdo partidario inauguró la extensión del proceso rechazado, con nuevas caras pero bajo el mismo pecado ante cometido. En lo efectivo, si el resultado del primer proceso fue signado como incierto desde el comienzo, el actual muestra indicios similares, en que casi transversalmente -sottovoce- resulta conveniente un nuevo fracaso, porque el principal obstáculo para el texto son los propios partidos y sus intereses sectarios.

5.- Los compases de la Orquesta Roja.

Cada cierto tiempo resurge una pregunta inevitable: ¿A qué se debe la insistencia del Partido Comunista por dotar a Chile de un estándar de felicidad socialista? La respuesta podría ser cualquiera, porque dicha la verdad poco importa, casi todas las que digan sirven debido a que su punto de partida es invariablemente el mismo: se trata de un cambio inevitable -inexorable- para poder “vivir humanamente”. Y eso es intransable.

En versión resumida, el Partido Comunista suma dos intentos fallidos por dar cumplimiento a su preocupación benéfica: primero con González Videla; luego con Allende. Ahora, está en su tercer intento y el supremo objetivo parece cada vez más lejano, pero la realidad no amilana su determinación dogmática. No queda duda que el actual es “su gobierno”, por más que de tanto en tanto recuerden que sus pies no están firmes en el mismo lugar, táctica que practicaron durante el gobierno del Frente Popular con resultados negativos para su afán. Sus gestiones gubernativas siempre han sido en coalición, pues si no pueden ser mayoría por las suyas, subirse y apropiarse del tren de otros “leninistamente” será bien aceptado. Después de todo, se trata de algo de poder y por esto se dedican a la política.

Hoy, el partido cuya “revolución popular” es cosa del siglo pasado, nuevamente tiene que someterse leal y masoquistamente a los vaivenes del gobierno, y resguardase en los dos únicos ministerios que mantiene, con Vallejos y Jara a la cabeza. Poco ayuda que controle 5 de las 39 subsecretarías, y sin mencionar el abandono forzoso que hicieron del Ministerio de Educación. Con todo, queda a firme que bajo el mandato del control de las acciones políticas hay que ceñirse al plan, aunque después sea tarea de sus intelectuales cuadrar el círculo doctrinal por aquellos desvíos inevitables que hubo o haya que seguir para acercarse a lograr el objetivo final: la felicidad de la humanidad en el socialismo.

En consecuencia, el Partido Comunista tiene en claro que sin la coalición sus logros recientes se han de diluir. El futuro del partido se juega en cerrarse al llamado de la conciencia y con agilidad, de cara a las elecciones de 2024, arreglar los estropicios en los municipios que controla, como ocurrió con el arribo de Marcos Barraza -parte de su Comité Central- a la alcaldía de Hassler; o el entuerto a puñetazos en el Concejo Municipal de Lo Espejo, con una Javiera Reyes que no ha podido figurar ni evidenciar logro alguno. Jadue en Recoleta es otra historia, pues no podrá, por Ley, ser nuevamente candidato: su reemplazo sería el concejal Fares Jadue.

6.- La Cajita Feliz de RD.

En un artículo anterior -“El Frente Amplio, el camino estrecho”- se analizó la emergencia de grupos políticos de izquierdas no marxista-leninistas y su proyección como ejecutores de un verdadero proyecto revolucionario. En unos pocos años nuestra opinión negativa quedó ampliamente confirmada. Fue por ello que se afirmó que las sumas transitorias de tales izquierdas para el triunfo de Boric serían las restas de su futuro gobierno, debido a que la torta a repartir -aunque relativamente grande- había que trozarla en demasiados pedazos que no iban a ser fraternalmente iguales; eso a pesar que en los discursos todos dirían no pedir nada, pero íntimamente estarían esperando que los pusieran “donde haiga”, con menos delicadeza que el discurso del buen ladrón de Nicanor Parra. En la suma final: “si no es ahora, cuándo”.

Del conjunto de partidos que configuran la coalición, los militantes de R. D. eran los más expertos en la actividad de pasar presupuestos sin dejar respaldo una vez consumidos los fondos asignados. Antes que Podemos le diera la elegante fórmula española, hicieron un burdo modelo propio en la municipalidad de Providencia. Perdida esa fuente de recursos y, posteriormente, convencidos que las donaciones de Jackson no saciarían la necesidad, como parte del gobierno se han dado a la tarea prioritaria de redirigir fondos estatales para paliar posibles malos tiempos, único legado tangible que les podría dejar el líder genial que levantaron.

Y mientras realizaban su versión de apropiación capitalista, su incontinencia verbal -que es su marca generacional- vino a descubrirnos su superioridad moral, aval imprescindible de su gestión para silenciar cualquier posible crítica o sospecha sobre su accionar. Y aunque la comparación puede desmerecer en demasía al antecesor, Jackson es el Altamirano de esta época. Lo que permite señalar que los otros miembros de la coalición viven con el “enemigo” al lado y que el partido refundido que parecía ser su solución al desorden interno va a implicar un amarre de lealtades y silencios.

Para gran decepción de quienes hemos predicado por años el papel preponderante que debe tener la juventud en la revolución que nos lleve a cambiar la forma del estado, las militantes jóvenes del Frente Amplio han resultado ser una generación fracasada sólo porque decidieron convertir a su ignorancia en la única Verdad, y que ni contra toda evidencia están dispuestos a recular en su soberbia.

Mal que les pese a muchos, la revolución que verdaderamente ha de transformar a Chile es una asignatura pendiente.


Abstract: Today, after 16 months and days of a government that should never have existed, the analysts of its administration do not have -in general- a good opinion neither of its facts nor of its changing justificatory speeches, which force them to sharpen their wits to give them a progressive interpretation and direction. The opinions from the right are the normal ones, but those issued by various "actors" from the left are the most significant. Thus, in its wide spectrum we can find from the disillusioned expressions of those who without conviction cast their vote for Boric and today regret it, to those of the new story that speaks of the loneliness of the command and of betrayals that will affect his legacy.

Palabras clave: Gobierno de Boric, Frente Amplio, Revolución Democrática

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ISSN 2735-6450

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