No tenemos razones para celebrar los dos años de la Presidencia Piñera. Tampoco deberían tenerlas muchos de los dirigentes y funcionarios de gobierno, aunque digan lo contrario; y tampoco los políticos que podrían haberse aprovechado del actual escenario. Lo que si nos corresponde a estas alturas es el resaltar ciertas particularidades que rodean a Sebastián Piñera que nos deben servir de guía para las futuras acciones.
La primacía indiscutible de la plutocracia y sus agentes: Partiendo por el mismo Piñera, varios de sus Ministros y funcionarios de menor rango, como por la protección descarada a ciertos intereses de las oligarquías globales (pensemos sólo en conflictos de intereses, semillas. negociado de la reconstrucción, etc.), todo muestra que la agenda política se encuentra al servicio de intereses económicos y financieros muy definidos y por ello el reclutamiento en masa de los grandes directorios y bufetes. A diferencia de lo sostenido por los aburridos opinólogos de la izquierda partidista y farandulera, el origen de clase, las adscripciones religiosas e incluso los pasados políticos algo turbios son lo que menos importan.
La frustración dentro de la derecha en general: las diversas pandillas que apoyaron la aventura piñerista parecían seguras de tener la oportunidad para realizar sus fantasías, pero se han visto arrinconados por el personalismo del Presidente y las prioridades del negocio. Así, los sabios de think tanks que esperaban aplicar a rajatabla la escuela austriaca de economía; los nostálgicos de los uniformados con banda y las veteranas ABC1 dictando la cultura y la moral, e incluso los despistados que todavía sueñan con la “derecha liberal” que le gane a socialistas y PPD`s en los temas de alcoba, todos ellos han tenido que agachar el moño.
En tal escenario, sólo queda como paliativo la repartija de cargos y otros premios de consuelo en la más pura escuela concertacionista, con lo que es inevitable que se repitan los clásicos papelones de corrupción, incompetencia y amiguismo. Del “gobierno de los mejores” y “la nueva forma de gobernar” sólo queda el sarcasmo.
La desesperación por encontrar una mentira de masas: Los diversos grupos antes mencionados saben bien que sus formas de pensar -por una u otra razón- no prenden o simplemente son rechazadas por la masa; se ha hecho urgente generar un conjunto de consignas o ideas básicas que interpreten a todas las pandillas de derecha y que, al mismo tiempo, sean tragables por los súbditos. De ahí los irrelevantes debates sobre qué es ser de derecha en Chile y la ridícula búsqueda del “relato” (una grosera forma de decir CUENTO), tarea que, por cierto, aún no ha dado resultados aceptables, ni aún para el segundo hombre más importante del Gobierno: Ignacio Rivadeneira.
De lo anterior sólo hay dos opciones: la derecha chilena carece de intelectualidad o ésta simplemente no tiene el coraje para defender lo que creen correcto. Y los cobardes tienen la batalla perdida de antemano.
La “doctrina Hinzpeter” como eje de acción política: ante la falta de ideas o consignas claras para mantener cierto apoyo y la carencia de soluciones para la población, la protesta social que habíamos anticipado años atrás se enfrenta a un gobierno sin planes ni propuestas, vacío que tiene que llenarse con algo so pena de perder todo control. Aquí el rol del Ministro del Interior ha recobrado una importancia estratégica que no la tenía desde los oscuros tiempos de Krauss y La Oficina, ya que a través suyo se está mostrando la esencia de la “nueva forma de gobernar”.
A nivel doméstico, la doctrina Hinzpeter es simple y brutal: criminalizar la rebelión legítima de la comunidad nacional por medio del montaje mediático, la histeria anticomunista (¡¡¡como si los comunistas fueran una amenaza para el régimen, permítannos la risa!!!), la provocación y la utilización astuta de los delincuentes comunes y los idiotas “revoltucionarios” de siempre. Este guión, que sólo parcialmente podía servir en el movimiento estudiantil -plagado de colectivos y cabezas calientes- se aplica ahora en Aysén y probablemente se recurrirá al mismo en Arica y Calama, con el resultado evidente de que el “Estado de Derecho” invocado por unos y otros, se ha ido a las pailas y la pretendida soberanía de ese Estado se verá cuestionada.
Lo que hemos señalado nos parecen los rasgos relevantes del gobierno actual si lo que nos interesa es enfrentarlo a él y al Régimen. Lo demás es decorado y anécdota, si es que no una cortina de humo para mantener embobado a un red set incapaz de ver más allá de sus trancas eternas, y sólo así podemos juzgar polémicas tan delirantes como el homenaje a Krassnoff, los arrebatos moralistas de algunos funcionarios respecto a la vestimenta femenina, etc.
Teniendo claro lo anterior, pensemos que tenemos dos años por delante, en los cuales esos puntos débiles se acentuarán, pero no serán aprovechables por las comunidades en lucha si la voz cantante la siguen llevando inmaduros y oportunistas que, finalmente, reforzarán al Régimen. Nosotros tenemos claro que se trata de un gobierno plutocrático, sin clase política, sin ideas y que hace la guerra sucia a la Nación, usando a falsos rebeldes. No podemos olvidarlo.