¿Reformar la policía? ¡No! Ojalá abolirla. Sin embargo, mientras siga siendo necesario que el Estado delegue en algunas personas el ejercer violencia legitimada, para resguardar a sus ciudadanos de aquellos otros que obran contra los primeros, la función policial seguirá existiendo. El desafío radica en comprender el por qué Carabineros protagoniza cotidianamente transgresiones a los derechos fundamentales de esas personas que, teóricamente, debe precisamente proteger; superando el afán reformista y forjar una nueva policía, cuya violencia se ciña a los límites de lo justo y no exceda, en consecuencia, ni lo moral ni lo legal.