Texto elaborado durante el año 2004, que se encuentra plenamente vigente y cuya versión original transcribimos íntegramente: El 2004 se cumplen 66 años de impuesta “marginación política” al nacionalismo chileno. En efecto, el 5 de septiembre de 1938, la oligarquía chilena tomó la decisión de dejar al nacionalismo fuera del equilibrio de las fuerzas políticas en la generación del poder político de la nación. ¿Cómo, por qué y para qué?
¿Cómo?
Se asesinó sin piedad a decenas de jóvenes nacionalsocialistas en el edificio del Seguro Obrero, jóvenes que intentaron recorrer un equivocado camino de acción política, camino que hasta el día de hoy, no se encuentra claro cómo surgió tal decisión de tomarlo. Un “conveniente” estado de excepción por seis meses en los cuales se suspendieron las garantías constitucionales, facultaron una prohibición de informar e investigaciones “dirigidas” que le posibilitaron al gobierno de Arturo Alessandri Palma sortear las embarazosas acusaciones de “asesinato político” y eludir las responsabilidades criminales propias y las de sus verdes sicarios. Se estigmatizó al nacionalismo y se le condenó a la periferia de la política chilena, en donde se le ha mantenido a conveniencia de derechas e izquierdas hasta nuestros días.
¿Por qué?
La vieja oligarquía chilena había gobernado sin contrapesos desde la guerra civil de 1891, había buscado y aceptado el tutelaje del poder financiero internacional, imponía sus intereses económicos y sus criterios culturales y políticos… ellos eran “los dueños de Chile”. Sentencia casi bíblica que no ha mucho tiempo nos recordase un miembro de una poderosa familia chilena.
Pero para ser los dueños de Chile era necesario que nadie les disputase “la idea de Chile”, idea de la cual ellos se habían apropiado desde la muerte de Balmaceda y la habían refundido en un sui generis concepto de libertad y patria al servicio de sus propios intereses.
El nacionalismo -en sus diversas vertientes- irrumpía a principio del siglo XX afirmando que la patria era de todos, que las riquezas de la nación eran de todos porque era la herencia de las generaciones anteriores que la habían forjado y que, por lo tanto, todos teníamos el derecho a usufructuar. La matanza del Seguro Obrero tenía por objeto matar la IDEA NACIONALISTA que venía a mostrar “otra idea” de Chile, diferente y contraria a los intereses de la oligarquía chilena. Tan sencillo como eso.
¿Para qué?
La oligarquía chilena “sacó” al nacionalismo político del equilibrio de las fuerzas políticas en la generación del poder por la sencilla razón de que no puede permitir que éste “se infiltre” en la mentalidad de los chilenos con una concepción diferente al “nacionalismo patriotero” que ellos manejan y les ha permitido “confundir” el interés nacional con el interés de sus pretensiones oligarcas. Así puede “manejar” una suerte de nacionalismo sensibleramente patriotero que en nada se condice con la visión doctrinaria corporativa anti-liberal y anti-marxista que posee el nacionalismo político. Por ello no ha de extrañarnos que algunos pseudo nacionalistas de ayer, hoy no sean más que los liberales que siempre fueron y coman de la mano de la oligarquía que expolia la nación que ellos no supieron ni quisieron defender más allá de un parloteo patrioterista.
La oligarquía podía permitir la existencia de las concepciones marxistas y socialistas en el entendido de que estas no le “disputarían” la exclusividad del concepto de patria ni derribarían su idea de nación al estilo de los nacionalismos burgueses europeos del Siglo XIX, pero no del nacionalismo político que negaba la idea liberal de un capitalismo de mercado y la marxista de un capitalismo de Estado.
La acción propia
Así planteadas las cosas, el nacionalismo político ha tratado de abrirse camino hacia la representación política en forma infructuosa. Cerradas las puertas de la acción política directa, buscará por años el desarrollo intelectual como forma de expresión doctrinaria y, en ocasiones, algunos tratarán de influir desde los pequeños espacios que por necesidad estratégica les brindó la derecha. Todo fue inconducente para los objetivos propios.
Más, la prolongada ausencia del nacionalismo político en el equilibrio de las fuerzas políticas de la nación, tiene también una responsabilidad que le es propia: estrategias erradas para superar la crisis.
Las estrategias erradas nacen de “concepciones erradas” sobre el “fenómeno” de la acción política, vale decir: se definió erradamente el objetivo.
A sola excepción de algunos nacionalsindicalistas revolucionarios, el nacionalismo chileno no comprendió que una cosa era el Estado nacionalista en forma (el deber ser) y que otra cosa era la conquista del Estado, de tal suerte que, por ejemplo, rechazando la partidocracia, se abstuvo de participar en los procesos eleccionarios con su propia imagen, con el consiguiente desapego del conocimiento y de la conciencia popular.
Esta suerte de “purismo doctrinario”, llevó al nacionalismo a fijar su derrotero por el peligroso camino de “la acción directa”, que sumado al infantilismo militarista de algunos pequeños führers locales, le transformaron en presa fácil de las maquinaciones de la derecha política al servicio de la oligarquía, quien se ha preocupado permanentemente de “jugar” varias cartas al respecto. Así, por ejemplo:
- Lanza cantos de sirena para que el nacionalismo enfrente al marxismo "en defensa” de los sagrados intereses de la patria... la de ellos.
- Organiza y financia grupúsculos nazistoides para mantener una imagen negativa del nacionalismo.
- Le acusa de “estatista” aún cuando sabe que no lo es y lo estigmatiza como la antesala del comunismo.
- Maneja periódicamente una campaña de “desinformación” histórico-doctrinaria del nacionalismo en sus medios de comunicación.
- Organiza grupos pseudo-nacionalistas instrumentales que desmoviliza una vez logrados sus objetivos.
- Promueve generalmente la “coordinación” de los grupos nacionalistas en cuanto ve que la “idea” del nacionalismo puede tener penetración social; luego infiltra las directivas y provoca situaciones de crisis interna que hacen inviable toda acción política de conjunto.
- Crea situaciones de “guerra política” que le favorecen y “cuelga” al nacionalismo la factura de los hechos y para lo cual cuenta con el beneplácito o la estupidez de las izquierdas.
Comprender la estrategia de la oligarquía para con nosotros, es el elemento fundamental para la acción política de la conquista del Estado por parte del nacionalsindicalismo revolucionario: la oligarquía ha dividido para reinar.
El camino del nacionalismo hacia la conquista del Estado debe ser señalado y recorrido POR UNA SOLA CONCEPCIÓN DOCTRINARIA, POR UN SOLO MOVIMIENTO Y POR UNA SOLA CONDUCCIÓN POLÍTICA.
Toda acción o propuesta a la “confluencia”, a la “coordinación” o al “frente amplio” de los grupos nacionalistas debe ser rechazada y denunciada como un intento más que favorece a la oligarquía por restar posibilidades a la opción política del nacionalismo.
Las condiciones históricas para el conocimiento, la aceptación y la voluntad de sumarse de la base social a la tarea de la conquista del Estado junto a la idea nacionalsindicalista, están dadas porque la dualidad liberal-socialista que gobierna Chile no ha podido ni podrá dar respuesta eficiente y eficaz a las necesidades de los chilenos.
La suerte está echada, es solo cuestión de tiempo y de trabajo. No se debe perder el tiempo en los sueños “unificadores” de caciques fosilizados ni de frustrados aprendices de lo mismo.
El que tenga mayor peso doctrinario, mayor capacidad intelectual, mayor voluntad política, mayor disciplina y mayor capacidad de diseño, el que tenga más experiencia acumulada y mejor organización, el que tenga más voluntad de sacrificio y decisión para romper esquemas, ese es el llamado a conducir al nacionalismo chileno a la conquista del Estado. Ese es el Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista, que está avanzando sin mirar hacia atrás ni hacia el lado dentro del espectro nacionalista chileno pues no lo necesita.
El M.R.N.S., tiene el peso histórico, la doctrina, la capacidad política y la voluntad para conquistar el Estado e iniciar la revolución nacionalsindicalista para forjar un Chile más grande, más justo y más solidario, el resto, a tomar su puesto junto a nosotros para la gran misión o para la casa a tomar cerveza, escuchar marchas en dispositivos que les regale la oligarquía y llorar como viudas dolientes por maridos que nunca les fueron propios.
Nosotros haremos la revolución venciendo al marxismo y al liberalismo dentro de sus propias reglas pseudo democráticas porque somos la avalancha de la Historia y nos asiste la verdad, el bien y la justicia hechos vivencia en nuestro Estilo cimentado en una moral valórica al servicio de la grandeza de la nación chilena.
ADELANTE BANDERAS NEGRAS.
LA PATRIA NOS LLAMA.
Nota: Artículo originalmente publicado en nuestro anterior sitio web www.aspas.cl (2004-2008), que luego sería reemplazado por https://mrns.cl