EUNACOM: Irresponsabilidad médico-estatal y xenofobia encubierta

EUNACOM: Irresponsabilidad médico-estatal y xenofobia encubierta

Estos últimos meses mucho se ha hablado del EUNACOM (Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina), examen que, desarrollado por la Asofamech (Asociación de Facultades de Medicina de Chile) filtra a los profesionales que están habilitados para desempeñarse en la salud pública. Lo noticioso de este examen es el alto porcentaje de reprobación que obtienen los médicos formados en el extranjero y las consecuencias que trae este resultado al sistema público de salud y en definitiva al chileno que acude estos establecimientos para atenderse.

Este examen, en pocas palabras, es un desastre que poco ayuda a disminuir la crisis del sistema público de salud que actualmente afecta a Chile, ya que desde su origen hasta su perfil a evaluar, no tienen ningún vínculo con las necesidades del país, ni menos con la realidad concreta. Así mismo el Eunacom es peculiarmente injusto con el profesional extranjero que viene a aportar al país con su trabajo.

El origen de esta medición es singular, ya que su objetivo inicial era rankear a los alumnos de medicina recién egresados de las universidades chilenas, para así distribuir las becas de especialización; pero no tardó mucho en transformarse en un examen habilitante para ejercer la profesión dentro del sistema público. Aquí encontramos el primer problema, no solo que fue diseñado para recién egresados y no para profesionales de la salud (como la mayoría de los médicos foráneos), sino que esta evaluación es creada, administrada y organizada por un ente privado (Asofamech) el cual es juez y parte del proceso, generando a ciencia cierta conflictos de intereses a favor de los egresados chilenos, que en su mayoría migran al sistema de salud privado.

Lo anterior se puede demostrar en que para aprobar el examen, el médico formado en Chile sólo debe dar una prueba teórica, cuyo valor alcanza los $180.000 (USD 270), mientras que el médico extranjero debe realizar la prueba teórica y además una prueba práctica, por la que debe desembolsar $420.000 (USD 632). Para aumentar esta brecha, si soy médico egresado de una universidad chilena, y doy la prueba por primera vez, se me subsidia por parte de la Asofamech cerca del 72% del valor del examen teórico y el 28% restante lo financia el Ministerio de Salud. ¿Reprobar a los extranjeros? Negocio redondo.

Para seguir sumando antecedentes al caso, la evaluación practica que se les realiza a los médicos extranjeros siquiera posee una pauta de evaluación como corresponde, sino que la pauta está al arbitrio del encargado-examinador que le haya sido asignado, lo cual aumenta drásticamente la arbitrariedad y cuestionamientos racionales al examen y sus métodos calificativos.

Ya como si fuera parte de la rutina de un humorista en el festival de viña, lo único que se le entrega a los médicos que realizaron este examen son las calificaciones (o en otras palabras: la nota), pero en ningún momento se les facilita la evaluación, sus correcciones y en qué preguntas o áreas de la medicina han fallado. Lo anterior no solo da espacio justificado a las dudas, sino también no permite a los médicos reforzar los conocimientos para preparar un segundo examen o para mejorar su atención al paciente.

De lo anterior, se desemboca en que las mallas universitarias chilenas se alinean con la Eunacom, por lo que deja afuera todo conocimiento (igual de válido) solo por ser adquirido en una casa de estudios extranjera, aunque éstas estén en muchos casos mejor rankeadas internacionalmente en la carrera que las universidades chilenas. Por ello, en las universidades chilenas hay ramos especiales estilo preuniversitario (con ensayos y facsímiles) para dar esta evaluación. Con esto obtenemos un cuestionamiento similar al de la PSU.

Ahora, también hay que enfocarse en las consecuencias de este filtro. Conocida es la escasez de médicos en Chile, con 1 médico cada 559 habitantes en promedio, cifra que va empeorando en las zonas norte y sur del país, llegando a los 851 habitantes por cada 1 médico (estadísticas que dejan que desear según los estándares de la Organización Mundial de la Salud). ¡Pero ojo!, esta falta de médicos afecta principalmente al sector público, que le presta atención a la mayoría de la población chilena; y esto último no es al azar, sino que la mayoría de nuestros médicos (si, nuestros compatriotas) prefieren trabajar en la red privada de salud, sea por una razón económica o no.

Y es que... ¿Qué ha hecho el Estado para que estos médicos opten o se queden en el sector público? Pues si analizamos las condiciones de trabajo, la infraestructura, el salario y las oportunidades de desarrollo laboral que tiene un médico en la red de salud pública, no nos debería sorprender que migren en masa a las clínicas y hospitales privados, teniendo en cuenta lo costoso y gravoso pecuniariamente hablando que de seguro les salió estudiar siete o más años esta carrera en Chile. Quienes, pues, han tenido que ir ocupando esos puestos en la atención pública son los médicos extranjeros, que guiados por la oportunidad laboral y su vocación han ido a parar a comunas y centros de atención primaria olvidados por los médicos nacionales y por el Estado chileno. Por ello, la injusticia que refleja la Eunacom para un médico extranjero, es directamente un ataque injusto a la salud de millones de chilenos.

Los chilenos necesitan un nuevo perfil de médico general, no el que promueve la Eunacom, ese que da una prueba estandarizada con muchas de las preguntas enfocadas a ramas de las especialidades, sino un médico apto para la atención primaria de salud, que pueda otorgar a los pacientes tranquilidad, profesionalismo y vocación.

Así lo demuestran las cifras y la realidad de los chilenos: el 85% de las atenciones AUGE ("Plan de Acceso Universal de Garantías Explícitas"), son de carácter primario y ambulatorio; y justamente los médicos extranjeros se encuentran en su gran mayoría en consultorios, centros de salud familiar y servicios de urgencia. Por ello resulta casi un insulto para médicos como los cubanos por ejemplo, cuyas mallas de estudio se enfocan justamente en este tipo de atención, que al reprobar un examen que poco y nada mide, queden sin una plaza de trabajo, sabiendo que su labor es necesaria para el chileno común y corriente que ha sido víctima del modelo sostenido por el Estado e impuesto a lo largo ya de 38 años, ese mismo que favorece a unos pocos, promoviendo siempre lo privado por sobre lo público.

También hay espacio para criticar el por qué se debe dar una prueba para ejercer en la red pública, pero no en la privada; lo que nos lleva a pensar... si usualmente la red de salud privada es mejor que la pública, pero para entrar a trabajar allí no tengo que dar un examen, ¿Qué clase de peso tiene una evaluación como la Eunacom? ¿Realmente mide la calidad de los médicos? ¿O solamente es un instrumento para regular la oferta y la demanda de la atención médica, y así quizá mantener un control en los salarios?

Hay también, pues, una afianzada creencia que el médico sólo por ser chileno o estudiar en Chile es bueno o mejor que el extranjero, xenofobia que refuerza la Eunacom como evaluación que desconoce la labor de los médicos extranjeros, los cuales son bien calificados por pacientes y empleadores, se encuentran con una cifra que les informa su reprobación; y no les queda otra que pagar y dar el examen de nuevo para aprobar, sea una, dos, tres o más veces.

De todo lo expuesto, podemos concluir que es necesario un filtro para que los médicos realmente capacitados puedan ejercer su profesión en toda la red de salud, pero que este filtro no es el Eunacom, sino que debería ser:

1. Un examen teórico y práctico, realizado por un ente independiente, cuya autonomía esté basada en la ética, el conocimiento y la justicia, teniendo este instrumento evaluativo por objetivo la validación de profesionales enfocados principalmente a la atención primaria (con conocimientos complementarios de especialidades ad hoc);

2. Que este examen sea tolerante con las mallas impartidas en el extranjero;

3. Que mida especialmente el conocimiento de casos o patologías de frecuente ocurrencia;

4. Que comprenda la ética médica; y

5. Que otorgue una retroalimentación académica y despeje las dudas, por lo cual será necesario una pauta y material de estudio acorde a los objetivos formativos del profesional.

A pesar de lo anterior, los nacionalsindicalistas sabemos que con la modificación de este examen no se solucionarán todos los problemas del sistema de salud chileno, pero por lo menos no lo profundizará aún más. Los médicos extranjeros y también los nacionales que desarrollan su profesión en la atención primaria, sobretodo en regiones, han permitido sostener este sistema de salud que hace mucho nadie ha querido corregir, dejando en evidencia que el Estado Chileno y su clase política cada vez se alejan más de los problemas que incumben al pueblo de Chile y a las comunidades que le dan forma a la nación.

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