Hasta la fecha se han tratado muchos temas de la llamada “reforma educacional” dando por sentado que se vinculan con la Educación propiamente tal. Además vemos a diario surgir propuestas en la materia donde la reflexión sistemática parece escasear, abundando la consigna agotadora y, en el mejor de los casos, la avalancha de estadísticas. Ha sonado más de alguna vez el cuestionamiento acerca de si muchas de las proposiciones en boga tratan realmente de los problemas sustanciales o sólo atienden a aspectos accesorios, e incluso puede pensarse que hay una “agenda oculta” trazada por poderes que se esconden tras el panfleto.
Por nuestra parte, antes que arremeter con proyectos utópicos o incoherentes, hemos preferido partir por hacer las precisiones conceptuales necesarias sobre cómo entendemos la Educación, para a partir de allí formular propuestas generales y concretas en sus diversos ámbitos. No se trata de analizar por enésima vez lo que es la Educación y como parcharla, sino de establecer el DEBER SER de la Educación.
El concepto que ofrecemos como punto de inicio puede esbozarse como sigue: por Educación entendemos el proceso de preparación de la persona para la vida personal y comunitaria. Y si queremos extendernos un poco podemos describirla como: el proceso de carácter permanente, deber y derecho, a cargo de las familias, comunidades y la Nación toda, de preparación de la persona para la vida personal y comunitaria a través del aprendizaje, que puede provenir de la enseñanza o de la experiencia, de acuerdo a las capacidades de cada persona y al contexto en que le toca vivir.
No pretendemos dar una definición esencial, sino una descripción que abarque los aspectos más importantes -que podemos establecer como principios de todo sistema educativo- y analizar por separado para desarrollar las políticas que sean necesarias.
PREPARACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA: como nos enseñara nuestro camarada Ramón Callís, asumimos a la persona como una potencia de valores, debiendo esos valores fructificar al máximo para el bien de la persona misma y de la comunidad, para que pueda realizarse, esto es, “vivir plena y completamente”, dentro de lo que sus capacidades le permitan. La Educación tiene por tarea formar a la persona, desde el comienzo de su vida, con el fin de que ésta despliegue su mayor desarrollo en libertad y en respeto de la comunidad. ¿Pero de qué potencias hablamos?
1) Aquellas vinculadas a la vida corporal, lo que es conocido como vida "vegetativa y sensitiva".
2) Aquellas vinculadas a la vida intelectual o espiritual, las por mucho tiempo denominadas “potencias del alma” (memoria, entendimiento y voluntad). Aquí tenemos la adquisición y comprensión de conocimientos, el descubrimiento de nuevas verdades a través del raciocinio, el análisis y la síntesis, así como la aplicación de los conocimientos adquiridos a la solución de problemas.
Ya sabemos aquello que debe ser formado, a lo que sigue determinar el contenido de la formación. Ello supone previamente fijar aquellos principios que reflejan la noción de la ética dentro de la Comunidad, un modelo de persona y de comunidad, a partir del cual se vayan precisando aquellos conocimientos, habilidades, actitudes y conductas que se pretende infundir en la persona. Un proyecto educativo nacional supone la definición previa de un proyecto ético, que le sirva de sustento.
EL APRENDIZAJE COMO ELEMENTO PRINCIPAL: nadie da lo que no tiene, nos dice el pensamiento clásico, y es por ello que un nuevo integrante de la comunidad requiere de los mayores y más preparados elementos para desenvolverse en la vida. Por ello es necesario que existan quienes se dediquen a enseñar, esto es, a entregar los contenidos de la educación, y cuya actividad, en sus métodos y organización, debe medirse por su resultado en la mayor y mejor formación de sus estudiantes, de lo que aprenden efectivamente. La enseñanza está en función del aprendizaje, y la comunidad debe fijar los estándares mínimos para su realización, según la clase de institución educativa y las materias en que se especialice.
Sin perjuicio de lo anterior, la persona puede adquirir nuevos conocimientos o habilidades por sí mismo, y es deseable que así sea, pues ello es signo de una vida libre. El sistema educativo no puede negar la experiencia obtenida a través del trabajo, la vida familiar o el sano ocio, por lo que deben buscarse modos de reconocerle formalmente, o incluso económicamente, porque es un aporte a la Nación.
ADECUACIÓN A LAS PERSONAS Y A SU CONTEXTO: La Comunidad Nacional fijará los contenidos fundamentales -por tanto imprescindibles- que son concreción del proyecto educativo nacional, el cual debe ser respetado por los proyectos particulares, debiendo aplicarse la enseñanza del mejor modo posible a las necesidades de cada quien, para lo cual es necesaria, entre otras cosas, una preparación en ese sentido de los docentes y de trabajadores de apoyo. Además, esos contenidos han de elaborarse teniendo en consideración las necesidades de desarrollo nacional a largo plazo, por lo que deben estar en armonía con la planificación general de gobierno.
PROCESO DE CARÁCTER PERMANENTE: La educación comienza en la etapa de primera infancia y abarca toda la vida de la persona, quedando sólo una etapa de la misma cubierta por la enseñanza de tipo escolar (básica, media, superior), sujeta a esquemas formalizados, por lo que debe facilitarse la tarea de los padres en la etapa previa (asociado a políticas de vivienda y salud), así como implementarse programas permanentes de educación de adultos, extensión cultural y capacitación laboral, entre los cuales se reconozca también la experiencia adquirida en el tiempo.
FUNCIÓN NATURAL DE LA FAMILIA: La formación de la persona se origina, generalmente, dentro de una familia (más allá de las particulares realidades familiares), y aquello que reciban los niños y niñas, en sus primeros años -incluso durante la gestación- resulta decisivo para su desarrollo posterior. Por ende, corresponde al Estado reconocer la función natural de los progenitores en la preparación de su descendencia, y organizar la enseñanza institucional de modo tal que no entorpezca ese rol.
FUNCIÓN DE LAS COMUNIDADES Y LA NACIÓN TODA: Una persona puede aprender o adquirir habilidades mínimas en contextos de aislamiento, pero la plena actualización de las potencias humanas sólo es posible en el contexto comunitario. ¿Cómo se concreta lo expresado? Por delegación de las familias, el municipio debe establecer y dirigir los establecimientos de enseñanza básica o primaria y secundaria, que atiendan las necesidades de sus vecinos (sin perjuicio de que puedan recibir estudiantes de otras localidades), tarea que debe ser apoyada por los organismos regionales, mientras que la Nación -a través del Estado- proveerá los planes, infraestructura y demás recursos necesarios para garantizar el derecho/deber de la educación para todas las personas. De igual forma, compete a las empresas, comunidades de trabajo, sindicatos y gremios varios velar por el perfeccionamiento continuo de sus integrantes.
DEBER Y DERECHO: Es un derecho fundamental por cuanto resulta necesario para el desarrollo de las potencias humanas, correspondiendo a la Comunidad Nacional -a través del Estado- garantizar el acceso justo a la Educación para toda la población, así como regular a los emprendimientos particulares (privados) en la materia. A contrario sensu, el deber que tiene toda persona de educarse conforme a sus capacidades y a la etapa de su desarrollo, lo que se traduce, como ejemplo, en la obligación para el estudiante de cumplir sus compromisos académicos, sobre todo cuando la comunidad colabora con recursos.
Como se ve, estamos sólo ante aproximaciones muy generales, pero que resultan imprescindibles para ordenar el razonamiento y la tarea propositiva, así como para analizar racionalmente las supuestas “reformas educacionales”.