No tenemos razones para celebrar los dos años de la Presidencia Piñera. Tampoco deberían tenerlas muchos de los dirigentes y funcionarios de gobierno, aunque digan lo contrario; y tampoco los políticos que podrían haberse aprovechado del actual escenario. Lo que si nos corresponde a estas alturas es el resaltar ciertas particularidades que rodean a Sebastián Piñera que nos deben servir de guía para las futuras acciones.
Aplaudimos el espíritu de lucha y la decisión de acabar con un sistema educacional criminal, y, sobre todo, apoyamos los intentos de establecer organizaciones estudiantiles estables y vinculadas a los problemas nacionales. Lo que no podemos dejar de criticar, porque no hacerlo es seguir el juego de la plutocracia y sus siervos, es la falta de seriedad de los bullados “petitorios” que circulan vía “copiar-pegar” por los colegios y liceos movilizados, con una rapidez tal que nos permite inferir que no son objeto de una verdadera discusión entre los interesados, sino que se aceptan como consignas fáciles, de moda.
Estaba pensando que Evelyn Matthei ha sido una de las grandes decepciones de lo que yo consideraba una mujer inteligente... venir y decir a estas alturas de la movilización del descontento social, que esto se debe más que nada a una “acción concertada para derrocar al gobierno de Piñera, por parte de aquellos que sólo quieren volver al poder... “, no puede atribuirse a otra cosa que un problema de carácter neuronal, bien podríamos decir que es una patología “sináptica”.
El Ministerio de Educación sigue engrasando los “ejes” de la carreta, en el que hemos denominado “réquiem para una esperanza de cambio en la educación chilena”. Ello, porque los cuatro “ejes” planteados serán para mantener en marcha la misma carreta...
Se ha dado el peor escenario que podía esperar el gobierno de Piñera frente a las “marchas” de la comunidad estudiantil, el presidente no debiera haberle hecho caso al ministro Hinzpeter ni a Zalaquett, el ditirámbico Señor del Feudo Santiaguino. No deja de tener razón el papasnatas que dirige el Colegio de Profesores, cuando compara la represión ordenada por el ministro del interior con "el apartheid, represión propia de movimientos sionistas, con métodos propios de Israel".