La estrategia de "administrar el caos" para justificar un Estado legalmente autoritario, que proteja un $istema que sirve a los intereses de una oligarquía y de transnacionales parece estar en pleno desarrollo…los "narcos" están "trabajando" para alguien, saben que tienen vía libre porque "alguien" se los garantiza... ningún narco ha perdido un ojo ni ayer ni hoy. ¿De dónde puede venir esta estrategia? Veamos.
El mundo asiste al fin del tan alabado modelo chileno neoliberal de libre mercado extremo... Un modelo que indudablemente creó riqueza, pero que fue incapaz de distribuirla equitativamente a toda la nación, máxime si fue toda ella la que aportó desde un principio al capitalizar el sistema con sus fondos de pensiones, posibilitando que la oligarquía acrecentara sus riquezas y le cargara las pérdidas a trabajadores. Estamos ante el fracaso de un sistema económico que se basa en el crédito y no en el salario; que arrebató al trabajador la capacidad de ahorrar y de tener la propiedad cierta de su trabajo, amarrándolo a la deuda, manteniendo, a toda costa, bajos sueldos.
La Ministra de Transporte y Telecomunicaciones amenaza con quitarles el beneficio del pase escolar a estudiantes que sean detenidos evadiendo el pago de pasaje en el Metro [1]… así, queda clara la posición del gobierno frente al espontáneo movimiento estudiantil que protesta por las continuas alzas en el valor del pasaje de este medio de transporte, y eso no habría por qué sorprendernos: es la mecánica que expresa el espíritu del régimen de Libre Mercado en el Estado Neoliberal: “no se puede ir en contra de las reglas del mercado”, ergo: se deben aplicar con severidad las normas legales que cautelan el “normal” desenvolvimiento del $istema económico… aparte, claro, de no medir ni aplicar con la misma vara los delitos de evasión que se cometen por los “actores” mayores del $istema, a quienes se les condonan evasiones por decenas de millones de dólares o, simplemente, reciben multas insignificantes y se les envía a clases de ética.
El viernes 04 de enero, cerca del mediodía, un “sobre-bomba” estalló en manos de Rolando Torres y Magaly Valles, tras que el primero quisiera revisar si en el mismo se encontraban documentos que pudieran ser devueltos al que suponían un distraído transeúnte (Rivera, Basoalto y Massone, 2019). Cinco personas resultarían heridas y miles más se verían indirectamente afectadas tras el operativo policial que tomaría horas. ¿Los autores? Menos de una hora después, tanto la policía como autoridades ya difundían a la prensa los supuestos autores: ITS, “Individualistas Tendiendo a lo Salvaje”, mismo grupo que en enero de 2017 se adjudicó el ataque con un paquete-bomba a Óscar Landerretche, quien fuera presidente del Directorio de CODELCO (Batarce, 2019).
El tema se ha venido construyendo lentamente desde hace unos pocos años: en primer lugar, detectar que entre nosotros hay gente que habla el idioma común de manera distinta; luego, caer en la cuenta que su manera de habitar este territorio es diferente a la que reconocemos, en general, como propia, pues evidencian los particulares rasgos expresivos de sus subculturas de pertenencia originaria; posteriormente, la diferencia de tono de piel haría que una vieja apreciación en contra de cierto tipo de extranjero fuese una respuesta emotiva claramente basada en la irracionalidad. Para completar, mediando, la prensa ha venido alimentando el miedo al otro con un discurso negativo, sólo por su interés de cubrir el espacio comunicativo disponible para las noticias que le faltan. (Para que después, los mismos medios puedan hablar con tono preocupado de lo mismo que crearon).