El tema se ha venido construyendo lentamente desde hace unos pocos años: en primer lugar, detectar que entre nosotros hay gente que habla el idioma común de manera distinta; luego, caer en la cuenta que su manera de habitar este territorio es diferente a la que reconocemos, en general, como propia, pues evidencian los particulares rasgos expresivos de sus subculturas de pertenencia originaria; posteriormente, la diferencia de tono de piel haría que una vieja apreciación en contra de cierto tipo de extranjero fuese una respuesta emotiva claramente basada en la irracionalidad. Para completar, mediando, la prensa ha venido alimentando el miedo al otro con un discurso negativo, sólo por su interés de cubrir el espacio comunicativo disponible para las noticias que le faltan. (Para que después, los mismos medios puedan hablar con tono preocupado de lo mismo que crearon).
En lo más inmediato, algunos desean responsabilizar del estallido escandaloso del tema de la inmigración a las palabras dichas hace un tiempo por ex presidente Piñera sobre la incidencia negativa para Chile de la presencia de una cantidad importantes de migrantes hispanoamericanos y haitianos; expresiones que fueron coreadas por sus partidarios sin mayor análisis ni mejor argumento. Y resultó obvio que ni el gobierno ni los partidos gobiernistas dejaron perder la ocasión de jugar a la remontada criticando al bien posicionado, hasta entonces, no-candidato de la Alianza de derechas, hoy flamante candidato a las primarias del bloque opositor. Política de zancadillas que ha tenido -momentáneamente- su éxito pero que podría revertirse en el mediano plazo, porque el miedo a cierto tipo de migrantes es cosa viva en la mentalidad “criolla” y su poderoso efecto culminará cuando se supere la ignorancia. (Lo cual parece dudoso porque bien vale eso que es más fácil manipular una mente ignorante).
Después de la suma de hechos anteriores, la “guerra civil” en el mundo de la realidad virtual se ha sostenido con vehemencia y análisis de pobre factura intelectual entre los “racistas” y los “no racistas” que igualmente son racistas. Por nuestra parte, luego de atender a sus desatinos consideramos necesario precisar mejor el tema de la migración sea desde o hacia el territorio nacional.
¿Alguna pequeña sorpresa? Vamos que el fenómeno debe analizarse en sus dos vertientes: la primera, la de los connacionales que abandonan el territorio para mejorar su situación socio-económica personal y/o familiar en países con salarios más adecuados a sus expectativas que, además, tengan derechos básicos garantizados. Conviene recordar que entre la argumentación para otorgar el derecho a voto a los chilenos avecindados en diferentes lugares del planeta se mencionó una cifra cercana al millón de personas faltantes en la patria. Para un país con una economía de pequeño volumen como el nuestro, el hecho que el equivalente a casi un 8% de la población actual -de ser cierta la cifra- no participe del esfuerzo comunitario para generar riqueza debería ser tema prioritario de cualquier gobierno. (Lamentablemente, no lo será mientras el cobre o el litio permitan a los gobiernos algún respiro financiero).
La segunda arista -la del escándalo- se refiere a las personas que arriban a Chile persiguiendo su propio “sueño americano” en la copia feliz del Edén, lugar donde buscan exactamente -a su medida- lo mismo que nuestros propios migrantes desean obtener en otras latitudes. Visto así no debería criticarse el arribo de una fuerza laboral que viene a suplir parte de nuestro propio vaciamiento poblacional, toda vez que no cubre suficientemente la cantidad perdida. Algunos estudios sobre esta nueva pequeña ola migratoria muestra el interés de los recién llegados por integrarse efectivamente en la comunidad nacional conforme a unas leyes que han de aceptar como propias, las que desean respetar como condición natural para permanecer y prosperar. Así, debemos recordar que los inmigrantes -históricamente- han llegado a desarrollar actividades modernizadoras en la economía como ejemplo significativo, las que lentamente fueron transformado el patrón de dominio latifundista que los descendientes criollos mantuvieron hasta las primeras décadas del siglo XX, para llevar a la patria adoptiva a un importante nivel de desarrollo industrial, comercial, etcétera. La industrialización del país tiene ese origen y hoy las grandes fortunas pertenecen, en su mayoría, a personas cuyos ascendientes llegaron a Chile hace menos de 150 años.
El tema del vaciamiento poblacional por la pérdida de población activa que migra por factores económicos debe hacernos mirar la natalidad como tema fundamental de supervivencia. Un poco de datos significativos, como por ejemplo el análisis de los últimos censos pone de manifiesto un progresivo deterioro de la tasa de natalidad en Chile, que hoy ni siquiera llega a la tasa mínima de reemplazo, es decir, que cada matrimonio tenga dos hijos vivos que lleguen a la edad adulta con intención manifiesta de procrear. No se trata de una exclusividad local, porque este fenómeno también se repite en otras latitudes, incluso a nivel de otras patrias hispanoamericanas. (Una constante tal hace urgente investigaciones serias sobre causas y efectos).
Especificando, conocemos con precisión que la situación chilena tiene un punto histórico de arranque, pues no es una situación natural, ya que ha sido premeditada y sostenida su ejecución durante unos 50 años, desde el gobierno de Frei Montalva hasta los gobiernos de la dualidad liberal-socialista, lo que configura una transversal política antinatalista. Si el descenso de la natalidad no se manifiesta como un problema vital, se puede concluir que hay una escasa visión de futuro de los nuevos “estadistas”. Sin embargo, el descenso de la natalidad no se explica tan solo por lo anterior, puesto que otras ideas y situaciones han venido a complicarla, por ejemplo: la dificultad en la crianza; las expectativas diferentes nacidas del desarrollo profesional de la pareja, las trabas laborales para las madres, la inestabilidad afectiva de la pareja, la precariedad laboral entre otras. Un caso emblemático corresponde al interés de los grupos económicos dueños de Isapres que nos aportan sus planes de “salud” sin útero, discriminación levemente corregida en años recientes. Así, en Chile, la natalidad paga impuesto y renta a favor de unos pocos.
Un elemento adicional pero importante que agregar, porque facilita la aceptación de la integración de los inmigrantes, dice relación a que los estudios sobre la genética de nuestra población -que son cada vez más precisos- se decantan por un amplio reconocimiento al mestizaje que se manifiesta en todos los segmentos sociales… porque desde el punto de vista de la evolución poblacional la endogamia es un pésimo antecedente para el éxito futuro de un grupo humano asentado en un territorio delimitado; es un hecho científico, pues, que no tenemos un "pueblo aborigen” que tenga la posibilidad de reclamar una pureza que resguardar.
En consideración a los antecedentes expuestos, las conclusiones más evidentes nos permiten afirmar que:
- El mestizaje bajo ningún respecto es un proceso que se deba temer, porque en sentido estricto no existe en Chile una pérdida de constantes en una genética de alto valor humano; genética que hubiese que resguardar con leyes especiales de segregación y reproducción.
- El migrante que arriba -en su gran mayoría- busca validar sus capacidades de cara a un mercado formal de trabajo; por lo tanto, se trata de personas dispuestas a la competencia lo cual no debe verse mal en un sistema que la propicia como condición sine qua non para intentar asegurarnos un lugar en el Primer Mundo.
- La época de seleccionar migrantes para “mejorar la raza” y donarles tierras indígenas es cosa de un pasado crítico y miserable en el área centroeuropea que ya no será más. Mal que les pese a muchos idólatras de un Chile de tez clara, debemos acostumbrarnos a que los chilenos del futuro vendrán de otras latitudes.
- Si hoy la afluencia de inmigrantes provoca cierta inquietud en el reducido mercado laboral existente no es culpa de los que llegan sino de los últimos gobiernos que no han generado un plan de desarrollo que permita aumentar la riqueza nacional para mejor distribuirla.
Desde sus inicios, el Movimiento se ha proclamado defensor del mestizaje como realidad concreta de nuestra patria, y por supuesto estamos ciertos que mientras tal dinámica se mantenga habrá un beneficio general para la población si existiese un gobierno que lo considerase una oportunidad de desarrollo